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martes, 23 de julio de 2019

¿CÓMO JUGAR CON MI HIJ@?




Los niños y niñas no juegan para aprender, aprenden porque juegan” Jean Piaget.



El juego es una de las actividades más importantes en la vida del niño(a) que no solo le proporciona diversión y entretenimiento, sino que favorece su desarrollo en múltiples sentidos. 

El juego, según la “Guía práctica para padres” de la Asociación Española de Pediatría (AEP), "tiene un gran componente educativo que ayuda al menor a progresar en su desarrollo motor y a avanzar en la esfera intelectual y socializadora, a través de la comunicación e interrelación con los que le rodean". 

Las actividades lúdicas estimulan la inteligencia, la creatividad, la afectividad, la motricidad y la capacidad de sociabilizar de los niños(as). 

El momento del juego brinda al niño(a) la oportunidad de relacionarse. Por ello no solo es importante que los niños(as) jueguen con otros, sino que también lo hagan con los adultos de su entorno. 

El significado del hecho de Jugar es muy amplio y abarca el contar un espacio, recursos materiales, para canalizar la energía, darle alas a la creatividad, experimentar sensorialmente, construir, imitar, moverse… 

Dependiendo de la edad del niño(a) los espacios de -jugar solo- son también importantes, pero debido al poco tiempo del que disponen las familias hoy en día, para jugar con los niños(as) debemos de reflexionarlo. Muchos padres y/o madres me preguntan si es bueno que los niños jueguen solos… Si el niño(a) recibe la suficiente atención de los familiares mediante actividades y juegos, el hecho de jugar solo, también le beneficiará. 

… bueno al suelo y a jugar...


¿QUÉ NECESITO? 

En los hogares de familias con niño(as), es imprescindible contar con espacios de juegos y con juguetes para que los niños(as) jueguen a sus anchas, pero con pequeños límites marcados. 

A continuación, les menciono todo lo que se necesita. 


ESPACIO, EQUIPAMIENTO PROPIOS PARA LA EDAD 

Los adultos debemos saber que proporcionar al niño(a), en cuanto a espacios, juegos y juguetes. Es importante que los menores cuenten con un territorio "propio", en el que puedan actuar con libertad, sin importar si lo desordenan o lo ensucian. Será también el espacio donde podrán jugar solos, sin que los interrumpan o perturben. Ese sentido de pertenencia se incrementará si los pequeños perciben que los mayores lo respetan. 

En cuanto a los juguetes, estos deben ser propios para la edad y al momento de desarrollo. Hay que tener presente la motricidad, el tamaño y las necesidades de los niños(as) para elegir un juguete. 

Es importante considerar los siguientes requisitos para comprar los juguetes: etiquetado CE, toxicidad, calidad y durabilidad, edad de recomendación (cuidado con las piezas pequeñas), utilidad (¿qué enseña?, ¿para qué sirve?), formas, colores, texturas; llamativas y definidas. Instrucciones de uso y conservación. 


RECURSOS PERSONALES 

Debemos dedicarnos exclusivamente al niño(a) en el momento del juego. Debemos aprender a “saber-ser”, “saber-estar” y “saber-hacer”. 

El “saber-ser” es el nivel de paciencia, imaginación y creatividad que tengamos. El “saber-estar” implica una actitud, de escucha activa, dispuesta y abierta. El “saber-hacer” es el saber jugar y utilizar los recursos lúdicos e ideas de juegos, que partan tanto de la iniciativa del niño(a), como del adulto. Es importante aprender a guiar el juego, de ningún modo se debe forzar al niño(a). 

¿CÓMO JUEGO CON MI HIJO(A)? 

Dedicando un tiempo diario de calidad 

Debemos crear un hábito de buenos momentos compartidos, y así cuando este tiempo termine el niño(a) sabrá que podrán jugar de nuevo al día siguiente. 

Adaptándonos y participando de los distintos tipos de juegos 

Si el adulto puede participar un poco en cada tipo de juego, el niño(a) no lo sentirá como un compañero solo en algunas actividades, sino que podrá contar con él para cualquiera. 

Respetando los gustos del niño(a) 

Desde pequeños observamos que los niños(as), van expresándonos de una manera u otra por sus gustos y preferencias en los juegos y juguetes. Es importante mantener la balanza e ir ampliando opciones en ambos, para que descubran nuevos gustos, capacidades y habilidades, y a la vez respetar sus preferencias, para reforzar su autoestima. 

Participando sin controlar ni dirigir 

Los adultos deben integrarse en el juego de los niños(as), pero sin pretender dominar la esencia o el desarrollo del juego, ya que esto debe de ser obra de ellos(as). Las personas que cuidan a los niños(as) deben recordar que el juego es una actividad infantil que no debe ser controlada ni dominada, solo “guiada”, explica la guía “ayudando a crecer”, editada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). "Observación y seguimiento ayudan y facilitan -añade el documento-, pero no limitan la imaginación y deseos infantiles". 

Tomando en serio el juego del niño(a) 

A través del juego, los niños(as) elaboran situaciones de su vida, tanto las placenteras como las dolorosas y traumáticas. Es importante que los adultos respeten este concepto cuando se integran en los juegos. Por ello no debemos juzgar, burlar o ridiculizar su juego, sino el niño(a) no se sentirá respetado y es probable que su autoestima resulte afectada. 

Fomentando conceptos y valores del mundo infantil 

Implica aceptar el juego del niño(a) como es, incorporarse a su mundo sin pretender imponer en él los conceptos y valores del mundo adulto. Lo recomendable es fomentar la creatividad y la fantasía; es decir, el juego simbólico. “Esta caja de zapatos es un coche” … “la manta es el mar” … 

Limitando y encauzando, sin prohibir 

Es muy recomendable antes de iniciar el juego, el recordarle al niño(a) los límites básicos para jugar: respetar el juego de los demás, no hacernos daño, compartir y cuidar los juguetes. 

Los niños(as) todo el día reciben normas y órdenes, por lo que este espacio de juego debe de ser considerado como “su espacio”, por ello, los límites deben de ser solo los mencionados. Cuando no cumplan un límite, debemos de recordárselo cuantas veces que sea necesario. 

En ocasiones se debe limitar de alguna forma la actividad del niño(a), ya que podría poner en peligro a otras personas, si quisiera arrojar objetos contra otros o a sí mismo, si se llevara ciertos objetos peligrosos a la boca, si corriera el riesgo de caerse y hacerse daño, etc. En este caso, la recomendación es tratar no de imponer prohibiciones -que suelen generar resistencia y una actitud de rebeldía-, sino de encauzar las energías y los deseos del pequeño hacia acciones que sí pueda ejecutar. 

Enseñando a tolerar las frustraciones 

Los espacios de juego ayudan al niño(a) a aprender y manejar sus frustraciones, tanto como a sentirse que puede lograr cosas por sí mismo de forma independiente. Debemos siempre motivar más el proceso, que el logro. En algunas situaciones, cuando los logros no suelen ser alcanzados por el niño(a), debemos de analizar si le estamos poniendo metas muy altas a sus capacidades, pues estaríamos generando sentimientos de frustración que afecten directamente a su autoestima. 

Reforzando positivamente a los niños(as) a través del elogio 

Los niños(as) siempre están esperando que les indiquen que hacen bien y que no. Los pequeños logros siempre deben de ser elogiados para reforzar su autoestima e independencia. 

Animando al aprendizaje de la resolución de problemas 

Cuando el niño(a) se enfrenta a un problema en el juego, el rol del adulto debe ser el de apoyarle y darle indicaciones acerca de cómo podría hacerlo, pero no hacerlo por él. Es importante motivarle a valerse por sí mismo, ya que esto alimentará su autoestima y la confianza en sí mismo. 

Enseñando a saber “ser” y a saber “estar” al niño(a) 

En estos pequeños espacios de juego es donde el niño(a) aprender a empatizar, a compartir, a respetar, a jugar en equipo, a tolerar, a competir, y a ser competente. 

Hoy sabemos que las personas exitosas no necesariamente son aquellas que obtuvieron las mejores calificaciones en la escuela; es decir, que la capacidad intelectual no pronostica un óptimo desempeño personal y social, es necesario demostrar también otras competencias personales propias de la inteligencia emocional. Es por ello que el juego, resulta un buen aliado para desarrollar niños(as) emocionalmente competentes.