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viernes, 19 de marzo de 2021

LOS MORDISCOS

 

En los centros de cuidado infantil, los mordiscos disgustan más que cualquier otro tipo de comportamiento. Debido a que es un comportamiento tan primitivo, tenemos la tendencia a reaccionar diferentemente a los mordiscos que, a los golpes, los agarrones u otras conductas agresivas. Aunque se trate de un comportamiento que puede ser “normal” en una etapa del desarrollo, no significa que sea aceptable. Morder puede provocar desagrado, enfado, y a veces heridas importantes. Otros niñ@s pueden empezar a hablar mal de él (ej. es malo), evitar jugar con los niñ@s que muerden a menudo y si son pequeños imitar esta conducta. Este tipo de reacciones pueden ser muy dañinas para las relaciones sociales con otros niñ@s y su autoestima. Es importante que los educadores y las familias se enfrenten al comportamiento cuando ocurra, pues los mordiscos son causa de disgustos y potencialmente peligrosos. Aunque es normal que los bebés y los niñ@s pequeños se lleven las cosas a la boca y que muchos niñ@s entre el año y dos años de edad traten de morder, la mayoría dejan de hacerlo al cumplir los tres años.

En definitiva, los episodios de mordiscos en la escuela infantil son parte de una fase muy común en el proceso madurativo de los niñ@s. Para contrarrestar sus consecuencias debemos, ante todo, armarnos de paciencia y no desesperar porque a través del cariño y la firmeza lograremos que nuestros pequeños interioricen lo que es correcto y lo que no lo es.


¿POR QUÉ MUERDEN LOS NIÑ@S?

Los niñ@s muerden por muchas razones diferentes; una observación atenta puede determinar una intervención apropiada y efectiva. Para cambiar el comportamiento al mismo tiempo que se mantiene una relación positiva con el niñ@, es importante entender las razones por las que el niñ@ muerde.


Observe para determinar cuándo y dónde ocurren los mordiscos, quién participa, qué le sucede al niñ@ y qué ocurre antes y después, a quiñen muerde, ¿lo hace cuando se encuentra en un espacio pequeño con otros niñ@s?, o cuando está hambriento o con sueño?, ¿muerde cuando hay muchos niñ@s en la misma estancia o cuando hay mucho ruido? pregúntese por qué muerde el niñ@ a otros. ¿existen coincidencias entre el tipo de situaciones, los lugares, las horas o los niñ@s cuando se propinan los mordiscos? ¿qué necesidades individuales o de personalidad podrían influenciar el comportamiento del niñ@? ¿ha habido cambios en la salud del niñ@, en la familia o en la situación familiar que pudieran haber afectado su comportamiento?

Adapte el entorno, el horario o el método de instrucción para enseñar al niñ@ maneras dóciles y positivas de tratar con sus propios sentimientos y necesidades.

Los niñ@s de uno a dos años se encuentran en un proceso madurativo ciertamente complejo y a la vez, interesante; su capacidad de comunicación es limitada ya que no pueden hacerlo a través de la palabra. Compartir o sentir empatía son conceptos que les cuesta mucho interiorizar y lleva su tiempo hacerles comprender que existen unas pautas de comportamiento que chocan con sus instintos más primarios y naturales. Es normal que a los niñ@s le cuesten compartir sus juguetes con otros niñ@s de su edad e, incluso, en ocasiones, se les escape algún empujón o mordisco cuando está en la escuela infantil o jugando con otros niñ@s en el parque. Sin embargo, esta conducta cada vez es más habitual, pues se está acostumbrando a recurrir al mordisco para solucionar cualquier conflicto con un niñ@. Realmente, cuando los niñ@s de esta edad se manifiestan a través de mordiscos se están expresando a su manera y depende de la pericia y paciencia de los educadores y adultos para encauzar su comportamiento hacia actitudes menos agresivas y dañinas.

Es competencia de los adultos, reconducir la situación, atendiendo y calmando primero al niñ@ agredido, y a continuación, calmando también al que ha mordido y hablándole sosegadamente para que no perciba la situación como una agresión hacia él.

Existen varios factores que pueden influir en estas reacciones infantiles y tanto los educadores como las familias y educadores debemos estar atentos a estas posibles causas para, en la medida de lo posible, cambiar estos comportamientos.


CAUSAS Y SOLUCIONES EN SITUACIONES ESPECÍFICAS


LA DENTICIÓN

Es una de las principales causas de los mordiscos en la edad infantil es puramente fisiológica. Muchos pediatras afirman que si echáramos los dientes de mayores el dolor sería insoportable. Por eso, los niñ@s de esta edad necesitan morder constantemente para paliar el dolor que están sufriendo durante este proceso. Muchas veces el haberle retirado el chupete hace que busquen otra forma de calmarse y esta no siempre es la adecuada. Se siente incómodo porque le están saliendo los dientes.

Solución:
  • Ofrecerle objetos apropiados para masticar, como los mordedores específicos para el dolor de dentición, juguetes de dentición helados, o alimentos que pueda morder como pan duro, panecillos congelados, galletas de dentición, etc.
  • Darle al niñ@ una variedad de juguetes y materiales para que los toque, los huela y los pruebe y estimularle la exploración sensorial y motriz.
  • El uso de alguna pomada para el dolor, también ayudará.

LA FALTA DE CAPACIDAD PARA EXPRESARSE

Para algunos niñ@s jugar con otros o cerca de ellos puede resultar demasiado agobiante. Puede que no sepan cómo compartir, esperar su turno, o comunicar sus deseos o intereses. En el proceso de aprender a comunicarse los niñ@s se sienten frustrados. La mayoría de las veces no poseen otra manera de expresar esos sentimientos tan fuertes. Puede estar intentando comunicar mensajes como, “No me gusta”, o “Quiero ese juguete”, o “Eses es mi sitio”. Al no poder comunicarse verbalmente con los demás, los niñ@s de estas edades se expresan de la manera más rápida y, a veces, agresiva de resolver sus problemas y necesidades. Ellos no pretenden ser agresivos, sólo hacerse entender a su manera, haciendo respetar su espacio, y esta manera muchas veces se traduce en mordiscos, arañazos, tirones de pelo…

Solución:
  • Ante todo, evitar etiquetar al niñ@ por su comportamiento. Un niñ@ puede comportarse de modo agresivo en un momento dado, pero no por ello ha de ser un niñ@ “malo”, simplemente se ha equivocado en la manera de expresar su malestar o emoción.
  • Hay que explicarle que no debe comportarse así, hacerle ver el daño que ha causado a su compañero, y hacerle entender que esto no debe volver a repetirse.
  • Si el niñ@ vuelve a infringir mordiscos a sus compañer@s, habrá también que insistir en apartarle un momento del grupo y explicarle de nuevo, siempre con mucho cariño que sus compañer@s se ponen tristes si hace eso y que están deseando que vuelva a jugar con ellos si él no vuelve a morderles.
  • De esta manera, el niñ@ entenderá que la recompensa a no dar mordiscos es divertirse jugando con sus amiguitos.

POCA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

A veces, las familias no nos damos cuenta y sobreprotegemos a nuestros hijos, permitiendo actitudes en el ámbito del hogar que después el niñ@ intenta trasladar a otros ambientes como puede ser la escuela infantil. Si el niñ@ no desarrolla ninguna tolerancia a la frustración, difícilmente entenderá que no puede morder a un compañero para conseguir algo.

Solución:
  • Se debe entrenar al niñ@ para recibir un NO por respuesta a sus requerimientos. Si nunca se le niega, no sabrá manejar la situación ante el NO de los demás.
  • Puede decírsele: “Te sientes frustrado porque querías ese juguete”. Enseña a tu hijo palabras sencillas como “mío” o “no”. Enséñale gestos sencillos para cosas como “ayuda” o “para”.

NIÑ@S DEMASIADO EXPRESIVOS

En algunas ocasiones los mordiscos no son más que la expresión de cariño o alegría del niñ@. Como son demasiado pequeños para controlar sus emociones, a veces se ponen nerviosos y en vez de dar un beso… dan mordiscos.

Solución:
  • Enseñarle otras maneras más apropiadas de expresar sus sentimientos.
  • Tal y como ya hemos apuntado antes, con mucha paciencia hay que explicarle al niñ@ que dar mordiscos hace daño y dar besos hace feliz. Poco a poco él comprenderá que son expresiones distintas, que una es positiva y la otra no y no ha de volver a repetirla.

CAUSA Y EFECTO

Puede que lo hagan para ver el efecto que tiene en los demás, aprenden rápido que la atención que recibe es MAYOR de los adultos que lo presencian, como de los otros niñ@s a los que muerde.

Solución:
  • De una manera clara y calmada hay que decirle que morder duele. Mantener la reacción neutra, sin emociones, breve y mostrando poco interés como sea posible, para evitar que morder tiene un efecto muy grande en el adulto. Una gran reacción por parte del adulto puede producirles gran satisfacción y reforzar el comportamiento. Hay que animarle a experimentar con causa-efecto en otras formas. Por ejemplo, enseñarle a decir adiós con la mano y ver como los demás también lo hacen, o que haga cosquillas y proporcionando carcajadas como resultado.

EXPLORACIÓN Y APRENDIZAJE, A TRAVÉS DE LA ESTIMULACIÓN ORAL

Los sentidos constituyen una de la forma más importante a través de la cual los niñ@s aprenden. Morder puede ser la forma en la que descubrir la textura de un objeto o persona. En otras palabras, puede que intenten decir, “Pareces interesante. Me pregunto a qué sabes”. Algunos lo hacen porque disfrutan la sensación que les produce morder y masticar.

Solución:
  • Brindarle cosas que sabemos le dejaremos que se lleve a la boca.

LA IMITACIÓN

Los niñ@s adoran emular el comportamiento de los otros. Aprenden imitando los comportamientos que observan. Por ejemplo. Si un niñ@ ve que muerde a otro y que recibe atención cuando lo hace (incluso si es negativa), puede que quiera imitar ese comportamiento para ver como los diferentes adultos de su vida reaccionan.

Solución:
  • Brindarle modelos positivos de interacción. Estar atentos a que hacemos, cómo, cuándo y con quién.

AFRONTANDO SENTIMIENTOS DIFÍCILES

Si los niñ@s están hambrientos, ansiosos, les resulta más difícil afrontar los desafíos diarios (por ejemplo, cuando les quitan un juguete, cuando no se les da otra galleta) y puede llevarlos a morder en vez de encontrar otra manera de expresar sus necesidades o sentimientos.

• Si tiene tendencia a hacerlo cuando está cansado:

Verificar que el niñ@ esté durmiendo bien, que tiene organizado mejor los tiempos y los horarios de descanso. Es muy importante cuidar los tiempo de transición, que otros cuidadores estén cerca y estén pendientes cuando le vean cansado. Llevar a cabo actividades de relación dentro de las rutinas también ayudarán.

• Si crees que lo hace cuando está hambriento:

Intenta ofrecerle tentempiés de comida sana y repetirle cuando esté comiendo que solo se puede morder la comida.

• Si crees que lo hace cuando está aburrido:

Proporcionar nuevas e interesantes actividades y juegos para explorar y jugar. Hacer cambios de juguetes, juegos o lugar.

• Si crees que lo hace cuando está nervioso:

Calmarlo si se trata de un niñ@ pequeño. Si se trata de un niñ@ que ya puede razonar y entender, ayudarle a poner en palabras o gestos sus emociones, hablar con él de los cambios por los que pueda estar pasando e intentar distraerlo de su confusión hablándole acerca de planes, cambios, etc.

• Si parece que lo hace cuando se siente agobiado por jugar cerca o con otros niñ@s:

Acompañarle sentándose con él en el suelo y guiándole en sus juegos. Puede que necesite ayuda para entender las ideas de otros niñ@s. Puede necesitar además una guía para aprender y practicar como participar en los juegos, esperar su turno, compartir, comunicarse con otros niñ@s, y pedir ayuda si la necesita. Por ejemplo, si otro niñ@ intenta quitarle la muñeca, decirle “María cree que tu muñeca parece divertida. Quiere jugar con ella también. ¿Quieres enseñarle donde están las otras muñecas?…


¿QUÉ HACER CUANDO UN NIÑ@ MUERDE A OTRO?
  • “De manera rápida pero calmada apartar al niñ@ del que ha mordido, diciéndole: “para, no se muerde, morder hace daño”, mirándole a los ojos y hablándole con calma, pero firmemente. Dígale: “No me gusta que muerdas a las personas.” A un niñ@ con un lenguaje más limitado, simplemente dígale: “No se muerde a las personas.” Diremos "no" de manera firme pero sosegada. Al niñ@ debe quedarle claro que desaprobamos su acción, nunca a él mismo. Por ello, desterraremos expresiones del tipo "eres malo", etc.
  • Le preguntaremos qué ha sucedido, para que vea que lo tenemos en cuenta independientemente de su mala conducta. Aunque depende del niñ@, pues algunos estallan en llanto cuando son reprendidos y otros siguen tan tranquilos, en cualquier caso, antes de repetirles que morder no está bien, nos aseguraremos de que está atento.
  • Explíquele de forma clara y sencilla, y muéstrele cómo su comportamiento afectó al otro niñ@. “Le hiciste daño y está llorando”, “María está llorando y está triste porque le duele la mano que le mordiste”, le explicaremos que no puede morder a nadie porque esa acción duele y que, en cambio, tiene que utilizar palabras para decir lo que quiere.
  • Si vemos que se muestra receptivo y aún está atento, añadiremos que con la boca se habla, se dan besos y se come, pero nunca se dan mordiscos.
  • La atención se debe de centrar en el niñ@ que fue mordido. Es comprensible que los adultos presten más atención al niñ@ que muerde porque intentan corregir su comportamiento. De todas maneras, incluso una atención negativa puede animarles a morder. Ayudar a consolar al niñ@ que ha sido mordido enseña compasión y ayuda al niñ@ que ha mordido a comprender el poder de sus acciones. “Siento lo que ha pasado. Sé que duele mucho” como forma de demostrar como pedir perdón y empatía.
  • Si se insiste al niñ@ que ha mordido a que intente pedir perdón, se da más atención al que mordió que a la víctima.
  • Se deben reconocer los sentimientos del niñ@ que ha mordido: “Te sientes frustrado. Vamos a encontrar otra manera de hacerlo. Tócale suavemente o pide el juguete. Se le puede decir: “¿Puedo cogerlo?”, por ejemplo. Cuando el niñ@ esté calmado (no en el momento), enseñarle otras maneras de expresar sus necesidades y deseos. La próxima vez, si coge tu juguete puedes pedirle que pare o puede pedir ayuda a un adulto”. Ayudarle ensayar en diferentes situaciones en las cuales el niñ@ puede practicar el, “para” o “ayuda”.

AYUDAR AL NIÑ@ QUE RECIBIÓ EL MORDISCO.
  • Reconfortarlo y administrarle primeros auxilios.
  • Seguir las precauciones generales si el mordisco hubiera producido sangre.
  • Si la herida fuera profunda, hay que lavarla con agua tibia y jabón, ponerle una compresa de hielo o una toalla fría para evitar la inflamación.
  • Que el niñ@ que propinó el mordisco, ayude al otro niñ@ llevándole la compresa de hielo, etc.
  • Decirles a las familias lo que ocurrió, pero sin nombrar ni marcar al niñ@ que propinó el mordisco. Explicarles cómo se trató con el incidente y permitirles que participen en planear cómo prevenir y tratar con futuros incidentes.
  • Informar al personal sobre el incidente, para que no le pierdan de vista.

PLAN DE TRABAJO

¿Qué pueden hacer los programas para controlar a los niñ@s que muerden?
  • Desarrollar unas normas de orientación y disciplina que incluyan los mordiscos. Detallar claramente lo que se hará con ambos niñ@s, el que recibe y el que propina el mordisco, cuando se produzcan este tipo de incidentes.
  • Tranquilizar a las familias explicándoles que este tipo de comportamiento no es raro y que se tiene la intención de trabajar con el niñ@ para que desarrolle actitudes sociales positivas. Si es el caso también trabajarlo en grupo.
  • Comunicar las normas a las familias y al personal antes de que se produzca un incidente.
  • Prevenir los mordiscos prestando atención a posibles situaciones problemáticas.
  • Evaluar el programa para identificar situaciones que causen estrés como cambios de proveedores de cuidados o de niñ@s, áreas de juego abarrotadas o insuficiente cantidad de materiales que hacen que los niñ@s tengan que esperar su turno, horarios que requieren que los niñ@s tengan que hacer muchos cambios, niñ@s cansados al final del día, etc.
  • Cuando llegue un niñ@ nuevo a su centro, preguntarles a las familias si el niñ@ tiene la costumbre de morder o un comportamiento agresivo y cómo se ha tratado el problema.
  • Observar a los niñ@s que hayan demostrado tener la costumbre de morder.
  • Recordar que los mordiscos ocurren con más frecuencia durante los últimos meses del verano y los primeros meses del otoño (quizás debido a que se lleva una ropa más ligera o a cambios en la formación de grupos de niñ@s).
  • Aprovechar multitud de situaciones para corregir esta conducta.
  • Reforzar el comportamiento deseado. Cuando el comportamiento del niñ@ sea el deseado, decírselo. Darle ejemplos positivos de lo que es tener empatía y un comportamiento social, como puede ser acariciar a un niñ@ que llora, ofrecer jugar con un juguete por turnos o abrazar suavemente.
  • Ayudar al niñ@ a relacionarse con otros. Fomentar las relaciones especiales con las personas que lo cuidan, habla sobre los sentimientos de otras personas, expresar comprensión por los sentimientos de los otros niñ@s.
  • No marcar, humillar o marginar al niñ@ que muerde a otro niñ@.
  • Cuando le demos un beso decirle “con la boca se dan besos".
  • Procurar ser un ejemplo a seguir en cualquier situación, intentando resolver los conflictos con un tono conciliador.
  • Elogiar, de manera natural, las situaciones que el niñ@ resuelva sin recurrir al mordisco.
  • En el momento de la comida, recordar "lo que se muerde y se mastica son los alimentos".
  • Paciencia. Puede llevar tiempo el aprender nuevas formas de manejar sentimientos difíciles. Continuar observando y tratar de entender lo mejor que se pueda la intención que le lleva a morder. Mantenerle tranquilo cuando sucede y centrarse en enseñarle métodos alternativos para conseguir lo que quiera. Continuar ayudándole a expresar en palabras sus experiencias. ”No te gusta cuando María te muerde. Puedes decirle para”.
  • Supervisar siempre al niñ@ mordedor cuando esté jugando con otros niñ@s o cuando sea más probable que muerda. Estando cerca se le da seguridad y se hace más fácil intervenir antes de que muerda.
  • Hablar y compartir con sus otr@s educador@s acerca de las estrategias que usan cuando los niñ@s muerden.

CUANDO EL NIÑ@ CONTINÚA MORDIENDO DESPUÉS DE VARIAS SEMANAS

  • Preparar un plan más centrado de intervención:
  • Reunirse con las familias del niñ@ que muerde para discutir las posibles razones y para planear juntos cómo parar ese comportamiento.
  • Designar a una persona especial para que permanezca con el niñ@ y lleve a cabo el plan elegido por las familias y el personal, con el fin de enseñarle y darle una atención positiva cuando tenga un comportamiento social aceptable.
  • Aplicar las tácticas detalladas anteriormente y llevarse al niñ@ del lugar donde se produjo el mordisco. Decirle que, de momento, no podrá jugar en el lugar donde ocurrió el mordisco (no como castigo, sino para intentar centrar al niñ@.
  • Si el niñ@ continúa mordiendo o pareciera que no le da importancia a las consecuencias, buscar ayuda profesional y/o contemple la posibilidad de que el niñ@ pudiera necesitar un ambiente con menos niñ@s y más atención individual.
  • Los niñ@s en edad preescolar mayores que sigan mordiendo deberían recibir una evaluación y más ayuda.

¿QUÉ NO HACER?

  • Morderle para demostrarle como es solo conlleva confusión y miedo: los niñ@s pequeños normalmente no pueden establecer la conexión, entre el por qué les muerden y sus acciones. Hacer que otro niñ@ le muerda para que sienta lo mismo: si se le enseña a morder, estamos aceptando que es una forma de solucionar los problemas. Morder hace daño y es considerada una forma de abuso.
  • No usar el castigo. No está demostrado que gritar, llamar la atención, o usar cualquier forma de castigo físico ayuda a reducir el comportamiento. Este tipo de reacciones puede incrementar su nivel de ansiedad, miedo o puede que lo haga más, tampoco les enseña nada aparte de morder.