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sábado, 16 de enero de 2021

EXCESO DE PANTALLAS: ¿ por qué es importante limitar el uso de dispositivos ?

En los últimos años, el mundo infantil ha sido invadido por un número cada vez mayor de pantallas y dispositivos diversos, que han cambiado por completo la vida diaria, la forma en que emplean el tiempo, el tipo de juegos y hasta las relaciones con sus familiares y otros niñ@s. 

Los teléfonos móviles, los ordenadores, las tabletas y las videoconsolas forman parte de nuestro paisaje cotidiano, y no es raro ver a niñ@s muy pequeños en sus cochecitos, carritos pendientes de su tablet o de una película o videojuegos en el teléfono móvil de los adultos. Es difícil imaginar el modo de vida actual sin ellos. 

Sin embargo, las pantallas impactan negativamente en los niñ@s tanto, por el contenido de lo que ven, como lo que hacen mientras utilizan estos dispositivos, pero sobre todo por todo lo que dejan de hacer; como el desarrollar vínculos afectivos con los demás, realizar juegos símbolicos, juegos creativos, leer, estudiar, realizar actividades físicas, etcétera. 

En la primera infancia el desarrollo del cerebro del niñ@ depende en parte de las experiencias que vive y la pérdida de momentos de juego creativo tiene un fuerte impacto en su fortalecimiento, por lo que el uso de las pantallas limitaría las experiencias sensoriales que son tan importantes para el desarrollo del cerebro.


El tiempo que se recomienda varía según la edad y va acorde con el impacto en el neurodesarrollo. 

Niñ@s de 0 a 18 meses: Nada de pantallas o solo videollamadas. 

De 18 a 24 meses: Es aconsejable ver con ellos dichos vídeos y hablar sobre ellos mientras se visualizan, ya que de esta manera los aprenden e interactúan. Solo se recomienda media hora al día. 

De 2 a 5 años: Entre media y una hora al día de contenido de alta calidad, siempre buscando contenidos que se ajusten a su edad y con un adulto presente que pueda ayudarlos a entender qué están viendo. 

De 7 a 12 años: Una hora al día, siempre y cuando no interfiera en la vida normal de los niñ@s (horas de sueño, actividad física, tiempo en familia, etc.). A partir de 6 años, las familias deben establecer límites de tiempo y normas sobre el tipo de dispositivos al que los niñ@s tienen acceso. Siempre hay que tener en cuenta que, en ningún momento, las nuevas tecnologías pueden quitar tiempo de sueño, juego o actividad física al pequeño. 

De 12 a 15 años: Una hora y media, prestando especial atención al contenido al que acceden. 

Más de 16 años: Dos horas. La recomendación es que sus dormitorios estén libres de pantallas. Muchos adolescentes utilizan este dispositivo para construir una parte importante de sus relaciones sociales. De hecho, los medios digitales y las redes sociales pueden ayudar al joven a entender más sobre sí mismo y la gente que le rodea. Sin embargo, hay que asegurarse de que sabe dónde están los límites, el tipo de conductas que deben evitar y las amenazas a las que pueden quedar expuestos. 

Especialistas británicos aconsejan los siguientes tiempos máximos de pantalla diarios: 

De 0 a 3 años: 0 horas, nada.
De 3 a 7 años: Media hora. 
De 7 a 12 años: Una hora. 
De 12 a 15 años: Hora y media. 
Más de 15 años: Dos horas. 


CONSECUENCIAS NEGATIVAS DEL ABUSO DE LAS PANTALLAS 


PROBLEMAS VISUALES. Los bebés y niñ@s pequeños no tienen las capacidades visuales completamente desarrolladas, por lo que aún no son capaces de enfocar los objetos de forma correcta, los rayos azul-violeta de las pantallas pueden provocarles una mayor fatiga visual, son más sensibles al brillo de la luz y pueden sufrir con mayor facilidad dolores de cabeza, fatiga y estrés visual, irritación ocular y sequedad ocular y miopía. 

TRASTORNOS DEL SUEÑO. Está demostrado que muchas horas de pantalla provoca problemas durante la noche, como pesadillas y despertares nocturnos, especialmente cuando la televisión y las consolas están en la habitación de los niñ@s. La falta de sueño también puede generar depresión. 

PASIVIDAD, falta de actividad física que pueden llevar al sobrepeso y a la obesidad. 

TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN. Por la publicidad de alimentos a que se ven expuestos. Según demuestran los estudios, cuando se come viendo la televisión, la ingesta total aumenta. Las investigaciones también han revelado que, delante del televisor, los niñ@s demandan y consumen más comida rápida o basura y más bebidas azucaradas que cuando comen sin tele, elevando el riesgo de obesidad y otros problemas metabólicos relacionados con ella. 

RETRASO EN EL DESARROLLO LENGUAJE Y LECTURA. Las pantallas compiten directamente con la conversación y la lectura, lo que dificulta la adquisición del lenguaje y la comprensión de los textos, empeorando el rendimiento escolar a largo plazo. Esto es especialmente relevante cuando la televisión encendida preside las comidas familiares, sustituyendo la conversación y la interacción con la familia. 

LIMITA EL DESARROLLO DE LA IMAGINACIÓN Y CREATIVIDAD. Muchos niñ@s acostumbrados a jugar solo con la tecnología, van perdiendo la capacidad de crear e imaginar y dar rienda suelta a su imaginación en el juego simbólico y social. 

PROBLEMAS ESCOLARES Y FRACASO ESCOLAR. Es difícil aprender si no encuentran focos de interés, ni atienden. 

DISMINUCIÓN DE LA CAPACIDAD DE CONCENTRACIÓN Y ATENCIÓN. Los estímulos saltan de forma selectiva e interactiva, uno a otro, a veces sin permanecer o terminar el juego. 

LIMITA EL TIEMPO DE INTERACCIÓN CON OTRAS PERSONAS. Asimismo, quita tiempo para interactuar con otras personas, y para algo tan importante como es el juego, esencial para el desarrollo de la inteligencia, el aprendizaje y las habilidades sociales. 

DEPRESIÓN. El niñ@ depende de estímulos que provocan pequeñas recompensas en los circuitos cerebrales pero ninguna satisfacción. 

AUMENTO DE LA AGRESIVIDAD. Hay estudios que demuestran que la violencia y agresividad de muchos programas de televisión y juegos de consolas se asocian a comportamientos antisociales y agresivos. Todo esto es más grave en el caso de niñ@s muy pequeños. Los primeros años, el pensamiento de los niñ@s es simbólico y no distinguen claramente la realidad de la ficción, y pueden creer que las imágenes que están viendo en la pantalla son reales y vivir con verdadera angustia situaciones aparentemente inocentes. 

DIFICULTADES DE AUTOCONTROL. El niñ@ se habitúa a la distracción y recompensa constante no aprende a ser paciente ni a esforzarse. 


BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN. El niñ@ se acostumbra a estímulos muy intensos y cambiantes y no sabe esperar. La forma en que se entrena el cerebro a estas edades tempranas ante una frustración, un esfuerzo o una recompensa condiciona su conducta futura y su p
osterior capacidad de atención y aprendizaje. 

HIPERACTIVIDAD. Como efecto rebote, el exceso de estimulación que el niñ@ recibe a través de los programas, al no encontrar una salida a través del ejercicio físico, contribuye a aumentar los problemas de ansiedad, nerviosismo y necesidad de movimiento.