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miércoles, 29 de junio de 2022

PAUTAS PARA ESTIMULAR LA ATENCIÓN

Aprender es aquel proceso mediante el cual adquirimos determinada información y luego la utilizamos cuando la necesitamos. Este aprendizaje puede ir desde un concepto hasta la utilización de un instrumento. Sin embargo, para poder adquirir dicha información, necesitamos prestar ATENCIÓN a través de nuestros sentidos para poder luego procesarla y almacenarla en nuestra memoria.

Desde los primeros momentos de vida, un niñ@ debe empezar a prestar atención a todo lo que le rodea: oyendo, viendo, tocando y sin distraerse. Es decir, su vida será un constante ejercicio de atención que deberá ser mediada por los adultos que lo rodean para que esta capacidad se potencie con la práctica. Debemos conocer el tiempo que necesita cada niñ@ para su auto estructuración emocional, cognitiva (aprendizaje-pensamiento) y social, para pasar de un aprendizaje a otro nuevo. El respeto a ese ritmo, es la premisa fundamental para iniciar cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje.

Las necesidades biológicas del niñ@ son las que marcaran en un principio, los ritmos y frecuencias necesarios para su orientación en el tiempo: el alimento, los cambios, los sueños, son las primeras pautas y las primeras referencias en el niñ@. De estas primeras pautas de tipo orgánico, se irá pasando progresivamente a otras de tipo social, (marcadas por nosotros), que tendrán que tener un ritmo estable, para que a partir de esta estabilidad empiece a diferenciar los distintos momentos del día, lo que le permitirá recordar, prever y anticipar los que vendrá después, así poco a poco irá interiorizando una “rutina” que le formará el hábito.

No nos esforcemos por sobre estimularlos, pues cualquier exceso por encima de lo permitido, no nos dará resultados positivos, al contrario, podría causar un efecto nocivo y perjudicial en el niñ@, por sobrecarga de excitación que excede la capacidad funcional de sus neuronas. Esto no quiere decir que a dependiendo de la edad del niñ@ tendrá una capacidad en tiempo aproximado para permanecer en una actividad.

Por otro lado, también debemos tener en cuenta que esta estabilidad en el ritmo, no debe confundirse con rigidez, es decir, con una excesiva división del tiempo como si nuestros hijos fueran unos robots, ni tampoco crearles una extensa rutina durante todo el día para la estimulación, también hay que darles tiempo y espacio para el descubrimiento y exploración natural.

Aquí lo importante es la calidad, no la cantidad de estimulación, es decir no debemos olvidarnos de prestar atención a lo afectivo, a lo motor, la formación de hábitos, la motivación y organización de conducta, etc. Es en las rutinas donde también estamos enseñándole límites y autocontrol.

EL DESARROLLO DE LA ATENCIÓN DE 0 A 4 AÑOS

El desarrollo de la atención de 0 a 4 años suele dividirse en dos grandes fases o momentos evolutivos:

· De 0 a 2 años
· De 2 a 4 años

La atención visual y auditiva, las dos modalidades más investigadas, dependen del desarrollo general y específico de estos sentidos y de los estímulos presentados.

Características de la conducta atencional

De 0 a 2 años:

El recién nacido tiene una atención cautiva-, es decir, que reacciona brevemente a ciertos estímulos del ambiente.

A partir de los 2- 3 meses el bebé realiza un rastreo visual de los objetos interesantes, siendo su atención sostenida entre 2 y 25 segundos. Atiende a estímulos que le interesan, tiene preferencias de estímulos visuales de gran contraste y complejidad, como los estímulos muy visibles, el contraste fuerte, como el contorno de las figuras, los objetos en movimiento.

A partir de los 3 meses: La prehensión voluntaria y la coordinación óculo-manual incrementan la atención "sostenida" sobre los objetos interesantes, es una atención intermodal. Es posible que las nuevas habilidades motrices del bebé, junto con el tacto y la audición del sonido de sus acciones al manipular los objetos, le permitan aumentar el tiempo de atención que dedica a tener contacto con los objetos que manipula-mira y puede oír si producen sonido. Los niñ@s aumentan el tiempo de interacción con el entorno y los objetos que lo configuran, lo que implica un aumento de acciones que implican atención. La conducta atencional a un estímulo o conjunto de estímulos es breve ya que obliga a focalizar la atención (atención sostenida-focalizada) en un aspecto muy concreto de la realidad y utilizando un sentido (por ejemplo, las fichas experimentales de las preferencias visuales), en cambio la conducta de atención intermodal-global libre, en la que participan varios sentidos y la acción motriz del bebé, permite aumentar el tiempo de atención que se le dedica a la acción, actividad que se realiza. De esta manera el niñ@ puede obtener información intersensorial del entorno al distribuir los recursos atencionales disponibles para cada uno de los sentidos de que dispone y, posiblemente, es este aspecto del desarrollo madurativo lo que permite realizar acciones atencionales de una duración temporal mayor que cuando se realizan actividades hiperfocalizadas.

Los estímulos sensoriales monomodales e intermodales le proporcionan información sensorial sobre el mundo y estos datos van formando el contenido de la memoria y elaborando esquemas de acción y memoria procedimental de habilidades y destrezas básicas motoras.

La conducta atencional focalizada es breve todavía, pero las acciones del niñ@ sobre el entorno son cada vez más amplias y complejas, lo que permite explorar activamente y obtener información del entorno, tal como expuso y describió Piaget en este periodo sensomotor.

El tiempo que dedica a explorar el mundo se incrementa a medida que progresa el desarrollo en general.

A partir de los 6 – 9 meses: El desarrollo de la agudeza visual (percibir detalles) es semejante a la del adulto, lo que permite que el bebé pueda inspeccionar, explorar visualmente los objetos y dedicar más tiempo de atención focalizada (atención sostenida), si los considera interesantes.

De 12 a 24 meses:

En este periodo se observan los primeros signos de control atencional. La atención aún es muy limitada, solo se logra en tareas determinadas que impactan al niñ@ y quiere controlar y repetir.

El despliegue de las capacidades motrices de la marcha en estas edades, la función simbólica, el inicio del lenguaje y otros recursos evolutivos que aparecen, proporciona un contexto personal de exploración activa física y mental que muestra el incremento de conductas atencionales libres en tareas cotidianas y juegos que le interesan en ese ambiente ecológico, natural, pero las posibilidades de mantener la atención en tareas, que vamos a llamar formales, sigue siendo de tiempo breve, que puede variar, por ejemplo mirar libros, que no es lo mismo que manipular libros. Mirar y atender a la información de las imágenes de los libros y la narración de quien explica verbalmente y gestualmente el contenido, implica un proceso cognitivo más complejo que el simple hecho de visualizar y manipular libros: pasar hojas, mirar de forma superficial los dibujos, arrugar la tela de los libros, son acciones sencillas que requieren fundamentalmente habilidades motrices y visuales.

De 2 a 4 años:

Predomina la atención libre: Dependiente de los estímulos. Inicia el control de la atención. Ya se da la atención voluntaria y ya es capaz de inhibir conductas para centrar la atención.

Entre 2 – 3 años:

Atención libre: depende de los estímulos. Se inicia el autocontrol atencional por periodos muy breves de tiempo y en tareas sencillas. Breves periodos de atención con control externo; es decir, con el adulto guía, el soporte, para activar la atención selectiva y sostenida del niñ@ en tareas concretas y con tiempo muy breve.

De 3 a 4 - 5 años:

A partir de los 3 años, hay indicios claros de inicio de la autorregulación. Entre los 4-5 años manifiestan conductas relacionadas con la función ejecutiva: memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, flexibilidad en los cambios de la tarea. Hay un aumento de conductas de autorregulación y autocontrol que facilitan la atención voluntaria.

A los 5 años:

Aparecen conductas claras de atención libre y atención voluntaria (control de la atención). El tiempo que pueden mantener la atención sostenida-selectiva (voluntaria), en tareas y condiciones adecuadas.

La atención (voluntaria) es un mecanismo de control de los procesos cognitivos que depende de la maduración cerebral. La zona cerebral que está más implicada en la atención autocontrolada son los lóbulos prefrontales, que son los encargados de controlar la conducta, inhibir conductas, atención sostenida, planificar acciones, plantear problemas, tomar decisiones, etc. La corteza prefrontal y su pleno funcionamiento dependen del proceso de mielinización y de la "poda” sináptica, que es lo que permite el funcionamiento activo de los lóbulos prefrontales. El proceso de mielinización de la corteza prefrontal es lento, progresivo y largo. Los estudios actuales señalan que a los dos años empieza a disminuir progresivamente la densidad sináptica en esta zona y la disminución y reorganización de las redes neuronales finaliza alrededor de la adolescencia. Es la "poda sináptica” la que va a permitir el funcionamiento progresivo de las zonas prefrontales, que son las encargadas de las funciones ejecutivas que controlan los procesos y conductas cognitivas.

El control voluntario de la atención depende de la maduración cerebral de las regiones cerebrales y específicamente de las prefrontales, y del proceso de mielinización. El proceso de mielinización en esta región cerebral es lento y gradual, se inicia desde la infancia temprana y finaliza en la adolescencia.

El control atencional y la autorregulación de conductas aparece, con limitaciones, a los 4 años, según las investigaciones clásicas (Luria, 1976). Según las investigaciones actuales, a partir de los 4-5 años se inicia claramente y de forma limitada, la autorregulación de conductas, autocontrol, inhibición de conductas que facilita el control atencional. Es un proceso gradual y lento que finaliza alrededor de los 12-16 años, durante la adolescencia.

¿Cuáles son los rangos de tiempo promedio aproximado, de atención sostenida de los niñ@s según la edad?

0 a 1 año: 2 a 3 minutos
1 año: 3 a 5 minutos
2 años: 4 a 10 minutos
3 años: 6 a 15 minutos
4 años: 8 a 20 minutos
5 años: 10 a 25 minutos
6 años: 12 a 30 minutos
7 años: 14 a 35 minutos
8 años: 16 a 40 minutos
9 años: 18 a 45 minutos

Algunos consejos para mejorar la atención en los niñ@s
  • Al hablarle al bebé o niñ@, siempre es importante ponerse a su altura, mirarle a los ojos y expresarse de forma clara y sencilla. Si ya es mayor asegurarse de que nos comprenda.
  • Adapte la exigencia de la tarea a su capacidad de atención y control, estructurando la tarea en tiempos cortos.
  • Un juego o juguete a la vez, nunca rodearlo de juguetes o actividades complejas. Una cosa a la vez.
  • Leer cuentos. El hábito de la lectura estimula la atención y la concentración.
  • Refuerce al niñ@ cuando está trabajando, pero el esfuerzo más que el logro. Los niñ@s con una atención dispersa necesitan ser reforzados con mayor frecuencia en las situaciones que prestan atención, para ir consiguiendo que estos pequeños tiempos vayan aumentando.
  • Estimúlelo a terminar lo que ha comenzado, inclusive pueden premiar las conductas en las que demuestre constancia y concentración. No se recomienda castigar al niñ@ ni retarlo por distraerse.
  • Permítale que ayude con tareas sencillas en casa.
  • Es importante darle al niñ@ un ambiente de cariño y estabilidad, por ello se debe de tener frecuencia y constancia en los horarios para instaurar hábitos y rutinas diarias.
  • Sea claro y consecuente a la hora de disciplinarlo. Sea modelo de la conducta que espera de él y recuerde que disciplina es enseñarle a tener cuidado, respeto y responsabilidad.

Si su niñ@ no es capaz de tener cortos periodos de atención, según los tiempos aproximados mencionados, es importante observar y descartar si se trata de una deficiencia visual o auditiva, comprensión de lenguaje, problema de aprendizaje de límites, de autorregulación de impulsos, entre otros o estamos ante indicadores tempranos de un posible futuro problema de Trastorno De Déficit De Atención Con o Sin Hiperactividad (TDAH), cuyos principales síntomas se manifiestan en: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. El TDAH se diagnostica a partir de los 6 años, porque a esta edad, ya se espera una suficiente madurez del cerebro en las áreas relacionadas con el desarrollo de los procesos atencionales. Antes de los 6 años, se pueden observar algunos de sus síntomas y se puede intervenir estimulando a través de pautas a las familias, a l@ educadores o maestros sobre la conducta del niñ@ y los procesos atencionales, y sobre todo acompañando al niñ@ en su neurodesarrollo. Los especialistas expertos en diagnosticar un TDAH, son: el neuropediatra, el psicólogo clínico infantil, el psiquiatra infantil y el neuropsicólogo. Los psicopedagogos, educadores, maestros y familiares, son quienes dan las señales de alarma.