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domingo, 31 de mayo de 2020

PAUTAS ANTE LA ANSIEDAD DE SEPARACIÓN

Hacia los 8 meses de edad, los bebés experimentan grandes cambios en las distintas esferas de su desarrollo evolutivo. Conocerlos es fundamental para poder comprender, de una manera empática, las necesidades emocionales de los niños(as) de esta edad. 

En el ámbito psicomotor, muchos bebés de 8-9 meses de edad inician la deambulación independiente mediante el gateo. Esto es un hito importantísimo en el desarrollo del bebé, pues le abre numerosas posibilidades de exploración y experimentación que le permitirá aprender y desarrollarse. 

Asimismo, la deambulación independiente permite al bebé alejarse y acercarse de otras personas voluntariamente. Esto es una capacidad importantísima, pues posibilita al bebé gestionar la proximidad física con su madre, determinar por sí mismo el nivel de contacto que necesita y pasar a la acción para conseguirlo. 

En relación con el desarrollo del pensamiento, hacia los 8 meses, el bebé va siendo capaz de establecer relaciones causales y emitir conductas intencionales, con un propósito (centrado en aspectos sensoriales y motores). Del mismo modo, se va consolidando la capacidad de conservación, la noción de permanencia del objeto (mantener conciencia de la existencia del objeto, aunque éste deje de estar visible para el niño/a). 

En cuanto a la esfera afectiva, los bebés, desde su nacimiento, y debido a la dependencia y necesidad absoluta de los cuidados que otras personas le proporcionan, se encuentran en un estado emocional fusionado con su cuidador principal (generalmente su madre). Se trata inicialmente de una simbiosis biológica con su madre y, posteriormente, existencial. 

Sin embargo, hacia los 8-9 meses, los bebés comienzan a mostrar signos de autorreconocimiento. Esto indica que es en torno a esta edad cuando se inicia el proceso de adquisición de conciencia del yo personal, que se afianzará alrededor de los 24 meses de edad.

Por otra parte, en torno a los 6 meses de edad, el establecimiento del vínculo afectivo (apego) se ha consolidado y las relaciones interpersonales del bebé comienzan a hacerse más complejas. El bebé ya es capaz de distinguir entre varias figuras de apego y establecer jerarquías entre ellas. 

Entre los 6 y los 12 meses, el bebé comienza a manifestar una clara preferencia por sus figuras de apego respecto a otras personas y rechaza a los desconocidos. Las figuras de apego no sólo son reconocidas, si no que pueden ser evocadas por el bebé cuando no están presentes, gracias a las capacidades de representación, permanencia de la persona y memoria. Debido a que su memoria empieza a desarrollarse pueden ya recordar el rostro de la madre o quienes les cuidan y llorar cuando no los ven. 

Esto hace que, a partir de este rango de edad, el bebé experimente reacciones de protesta y ansiedad ante la separación y reacciones de alegría y sosiego ante el reencuentro. Este fenómeno se conoce como angustia por la separación, y tiene su expresión máxima hacia los 8/9 meses de edad. 

Además, entre los 4 y los 10 meses, el bebé ha generado y consolidado el sentimiento de efectancia, que es el sentimiento de que es capaz de provocar cambios en su entorno y en sus cuidadores (por ejemplo, si sonrío, los demás sonríen, si lloro, me atienden…). Esta capacidad se va intensificando y sofisticando a partir de los 10 meses y es la base de la seguridad básica del bebé, de su autoestima y de su sensación de autoeficacia. 

La noción de efectancia le permite llevar a cabo las acciones adecuadas para conseguir que se satisfagan sus necesidades, como llorar para que lo tomes en brazos. Esto es una expresión de una necesidad emocional real. En ningún caso debe tomarse como un intento de manipulación. La capacidad de entender estados emocionales de otras personas no aparece hasta en torno a los 2 años de edad. 

El sufrimiento que sienten los niños(as) por la angustia de separación activa en el cerebro las mismas zonas que cuando padecen un dolor físico. Esto explicaría también por qué nos sentimos tan mal cuando un ser amado se separa de nosotros, cuando nos rechazan o cuando se rompe una relación. 


¿QUÉ HACER ANTE ESTAS REACCIONES DE ANSIEDAD? 

SER CONGRUENTES
Intente establecer la misma rutina haciendo las mismas cosas a la misma hora todos los días que viene a dejarlo para evitar así los factores inesperados tanto como pueda. El tener una rutina puede ayudarle al niño(a) a sentir menos angustia y al mismo tiempo permitirle ganar confianza en su independencia y confiar más en quien le cuida. 

BRINDAR ATENCIÓN
Brindarle atención cuando esté calmado y jugando. Es mejor distraerlo y estar con él a su lado. 

PRACTICAR LA SEPARACIÓN
Lleve al niño(a) a casa de otros familiares, amigos, que juegue con otros niños(as), deje que sus familiares y amigos le cuiden al niño(a). 

PROPICIAR MOMENTOS DE JUEGO SOLITARIO
Acostumbre al niño(a) a no estar siempre con alguien, sino que tenga momentos donde pueda jugar solo, con la mejor seguridad posible. Dele al niño(a) la oportunidad de prepararse, vivir y prosperar en su ausencia. 

CONTENER
Cuando el bebe llore, cogerle en brazos y calmarlo, pero evitar hacerlo todo el tiempo. Luego sentarnos a su lado y jugar.

DAR MASAJES
El dar masajes todos los días, brindará el tacto afectivo y seguridad emocional. 

JUGAR
Jugar al cucutrás; al aparecer y desaparecer. 
Si el bebé ya gatea o camina podemos jugar con él, al pilla pilla o al escondite.

ESTABLECER DESPEDIDAS
Opte por despedidas rápidas y de rutina. Se deben hacer señales con las manos como los, dar tres besos en la entrada o su manta especial o un juguete antes de irse, la despedida debe ser siempre breve y simple. Si se prolonga la despedida, también se prolonga la transición. Y también se prolonga la ansiedad. Al separarse del niño(a) despídase rápidamente a pesar de sus trucos, artimañas y llanto para que se quede.